17 de junio al 06 de julio, 2022
Espacio Purísima
Campus Creativo UNAB
Ernesto Pinto Lagarigue 230, Recoleta, Santiago, Chile.
Curadora: Constanza Ramírez
Montaje: @martinpdf
¿Cómo se piensa la realidad, si es que se puede volver a pensar lo Real? Mediante la devoración, la convergencia y la hibridación, de imágenes, medios y soportes. Desde esa perspectiva entendemos la Iconofagia, la deglución de la imagen por la imagen, del sujeto por la imagen, de la imagen por el sujeto y del sujeto por el sujeto: La devoración original.
Volvamos atrás, pensemos la historia. Vanguardia de los años ’20 en Brasil. En ese marco se articula una estética, una epistemología de la devoración. Se trata del movimiento de vanguardia “Antropofagia”, liderado por Oswald de Andrade y Tarsila do Amaral, cristalizado en el Manifiesto Antropófago del año 1928.
El pensamiento antropófago se adueña de la imagen del caníbal, tal como fue perfilada en las crónicas de los conquistadores (y retomada, por ejemplo, en “Los caníbales” de Montaigne) para transformarla en un modelo de apropiación cultural, “Solo me interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del Antropófago”, dice el manifiesto. De ese modo, se postula una deglución indiscriminada del pensamiento cultural y artístico europeo, el que, tras ser ingerido, es procesado y mezclado indistintamente con la raíz originaria, “Tupi or not Tupi, that is the question”.
Esta estrategia solucionaría las tensiones de los vínculos que surgen entre una cultura brasileña con la europea. Devorar al colonizador para apropiarse de sus “nutrientes”, procesarlos y hacerlos parte del propio cuerpo, de las propias imágenes, articulándose entonces una bisagra entre lo nacional y lo cosmopolita, modulado todo por el caníbal devorador.
La estrategia antropófaga inaugura un vínculo que propone una mezcla que borra jerarquías o cualquier orden preestablecido y da una vuelta de tuerca a la reproducción de “originales” y así, el espíritu de la antropofagia está impregnado de un vigor interdisciplinario y plural que da pie a la noción contemporánea de libre hibridación cultural.
Articulada desde el concepto de la Antropofagia y de los antropófagos, se constituye la Iconofagia, concepto descrito por Norval Baitello Junior. El autor brasileño traslada la noción de un vínculo de deglución hacia las sociedades contemporáneas, cuya especificidad radica en el estar bombardeadas de imágenes que comienzan a cercar las cosas, las invaden y las subvierten. En términos de Vilem Flusser, se constituye un mundo en el que las cosas duras (hardware) son arrinconadas por las no-cosas blandas (software), de manera que las cosas son desplazadas del centro por las informaciones, tales como imágenes de pantallas, datos memorizados por robots, computadores, etc. Desde esa perspectiva, se trata del reemplazo de la cosa por la no-cosa que la representa o contiene, produciéndose, con ello, el desborde total de las imágenes.
En ese marco, se constituye un espectro de cuatro devoraciones moduladas por el estatus de la imagen en vinculación con el sujeto, o de la cosa con la no-cosa. La primera, cuerpos devoran cuerpos (antropofagia pura). La segunda, imágenes devoran imágenes (iconofagia pura). La tercera, cuerpos devoran imágenes (iconofagia impura). La cuarta, imágenes devoran cuerpos (antropofagia impura). Se trata, por tanto, de la desjerarquización total de vínculos y relaciones. De la misma manera, se constituye una agencia de la imagen sobre el sujeto.
La Iconofagia plantea que se es devorado por el abismo de la sobresaturación de imágenes. Ello redunda en que todo es transformado en imagen, devorándose entre ellas para construir otras nuevas, “El mundo de las imágenes iconofágicas contiene una dimensión abismal. Por detrás de una imagen habrá siempre otra imagen que también remitirá a otras imágenes”. En esa cadena queda inserto también el sujeto, que devorador de imágenes, es también consumido por estas, con lo cual se cierra para siempre un acceso a lo real u original, desarticulación también del estatus de lo real.
El referente se pierde en la concatenación de fagocitaciones. Las cosas y los cuerpos, sus construcciones, todo desaparece y aparece deglutido, y así, las imágenes, como plantea Flusser, se sustituyen por la circunstancia representada por ellas, y se vuelven opacas, vedando el acceso al mundo palpable. Se llega, entonces, hasta la liquidación de toda ontología, es decir, que “las imágenes técnicas no ocupen niveles de un ‘real’ cualquiera, sino que sean vivenciadas como ‘lo concreto’”
La Iconofagia, por tanto, decanta en la relación de apropiaciones entre imágenes, medios y soportes, es decir, convergencias y posibilidades mediales ¿Desde dónde llega la imagen? ¿Cómo se produce la dialéctica de la devoración? Esa es la reflexión que se busca instalar aquí, razón por la cual se presentan una red de imágenes que se constituyen a partir de iconofagias y antropofagias impuras.
De ese modo, en “La alegría por venir” de Iván Villalobos, se asiste a ver la vinculación de retratos devenidos imágenes móviles, cuya principal devoración es el tiempo del sujeto espectador, que se descubre observando el tránsito hacia lo monstruoso. Sin embargo, existe el vínculo anterior del sujeto con su retrato, en el cual la labor presidencial se figura omnispresente. La imagen mira, la imagen vigila. Igualmente, “Apropiaciones de la Noche” muestra el tránsito de absorciones de “Noche”, un negativo de la bandera chilena. Se trata de una primera imagen (producto de una primera deglución) devorada por múltiples soportes, cristalizados en el video de una multiplicidad de fotografías que, a su vez, sustentan pequeños videos. Así se hace patente la convergencia de medios. A través de “Chanchos de autor”, en tanto, se observa de qué manera el soporte precario que implican los chanchos de greda, fagocita las imágenes pictóricas, que, de manera recíproca, hacen resignifican el medio que las sustenta. De la misma forma, “Lo nuestro siempre fue una mentira” da cuenta del reciclaje de tecnología que había devenido resto, para sustentar ahora los residuos de una realidad que ha sido fragmentada a partir de reproducciones que solo dejan ver la superficie de su complejidad. Lo real, entonces, ha desaparecido, solo quedan vestigios significados a partir de logos que, a su vez, categorizan la sociedad, y es que la comunidad se articula a partir de sus marcas.